El baloncesto de los valores

En mi entrada de hoy voy a escribir algunas reflexiones que he  extraído del libro "El baloncesto de María"escrito por Miguel Panadés.

El baloncesto de María es una novela que entrelaza la vida de tres personajes , María (la jugadora), su madre y un entrenador (Mirza) , desde los cuales se profundiza dza sobre el baloncesto , y a través de este, sobre los problemas sociales que afectan a la humanidad

Estas son algunas de las ideas que he extraído tras su lectura:

Ser madre de deportista requiere de un saber estar, de una inteligente capacidad para descargar presión en tu hij@ , desde el silencio a veces ,o desde el ánimo colectivo en otras , pero sabiendo estar en el papel adecuado. Es ser una una espectadora implicada pero discreta, manteniendo siempre un absoluto respeto por lo que sucedía en la pista y en el banquillo, por mucho que en ocasiones tengas  ideas muy contarias a las que proponga el entrenador o entrenadora.

Ser madre de deportista implica prepararles para vivir este deporte desde la generosidad emocional , desde el convencimiento de que una debe esforzarse al máximo en aquello que solo depende de ella y estar preparada para que las variables que rodean el rendimiento individual, o colectivo, a veces favoreciesen y otras perjudicasen.

No hay mejor herramienta psicológica para alimentar la autoconfianza que estar preparada.


Como entrenadores debemos  invitar a nuestros jugador@s a tirar , reprochar mucho más el no intentarlo que el fallo y esas sabias consignas permiten alimentar la autoconfianza en los jugadores.

Tener la capacidad  para aceptar desde la naturalidad el ganar o el perder para convivir sin dramatismos exagerados con las efímeras alegrías que proporciona el deporte. Algo divertido , un simple juego , no puede convertirse de pronto en la razón de un drama.

El deporte , el baloncesto , creaba desde muy pequeñ@s un sano espacio de debate , de defensa de intereses opuestos , de búsqueda de objetivos encontrados.

No hay mejor formación que el ejemplo de la responsabilidad , capacidad de trabajo, de dureza emocional combinada con la sensibilidad necesaria y con el sentido del humor convertido en una inteligente herramienta de supervivenica.

Durante el tiempo de entrenamiento no se habla de nada más en la pista que aquello que concierne al baloncesto, al ejercicio que se estaba haciendo , a la acción que se estaba ejecutando.

Tenemos que ser capaces como entrenadores de que disfruten desde la concentración , el esfuerzo y la ilusión por mejorar porque entrenar serio es mucho más divertido que hacerlo entre risas. Acabar agotad@s era mucho más satisfatorio que hacerlo sin apenas haber sudado . Hacer es mucho más gratificante que escuchar y de sobrevalorar por encima del resultado , detectar en donde hay posibilidad de mejorar.

Jugar al baloncesto requiere entrenamiento físico, táctico y técnico pero el componente de la felicidad se convierte en el valor añdido decisivo.

La clave es difrutar en cada sesión mucho más que en el partido.


En los ejercicios tod@s trabajan el bote, los movimeintos cerca del aro y el triple , pero una vez en el juego colectivo , cada un@ , se ubica allá donde sus caracteísticas físicas , presentes y futuras podían darles más beneficio. Allá donde la autoestima de cada un@ se mantenía intacta al no forzarl@s a realizar acciones imposibles que generan más frutación que motivación para mejorar.

Si en dos botes no has ganado ventaja, pasa el balón o toma espacio y oxígeno retrocediendo desde ese bote alejado del cuerpo, para volver atacar. Pero en defensa , consigue reaccionar bien a esos dos botes iniciales y con ello habrás conseguido gran parte del objetivo.

Defender desde el orgullo y la responsabilidad individual acompañado de una buena técnica de desplazamiento defensivo.

Un buen pase provoca siempre una ventaja mientras que uno peor permite a la defensa disponer de tiempo para corregir errores.

Como entrenadores no podemos entender el baloncesto de otra forma que no sea entregarnos al baloncesto desde la voluntad de proporcionar alegría a nuestros equipos. Ellos son la esencia y sentido del baloncesto y nosotros, como entrenadores, el vínculo desde donde transportar conocimientos y experiencias para que alcancen el objetivo.

La felicidad se basa en el viaje y no en el destino, en la persistencia y en el disfrute de cada sesión de entrenamiento, en la buena elección , si se puede de la compañia con quíen vivir ese escenario día a día en el cual jamás debes de dejar de buscar la mejora.

El libro tiene muchas más reflexiones , por ello, os animo a leerlo y ha reflexionar sobre él , no solo sobre baloncesto sino también sobre la vida.

Cristina Luz Marchante (@CristinaaLuz8)
Entrenadora de N1 , formada en C.B.Puerto Real y actualmente en Tubingen Tigers (Alemania)





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